domingo, 1 de enero de 2017

Feliz año nuevo




Para la gente de buena voluntad, pan, amor y fantasía, salud, amor y dinero, que 2017 sea un año venturoso para todos, que los toros embistan, que los toreros se arrimen y que nosotros lo veamos.
Bueno, deseos tan elevados para todos en general, no, pues para los rufianes, truhanes y villanos de cualquier pelaje y condición se pide que les caiga lava desde arriba y que los abrase vivos tan beneficiosa lluvia celestial.

La sobada Marcha Radetzky desde Viena, una pieza menor, infame diría yo, que lo mismo mi opinión se debe a la manía que le tengo a los Strauss y nos encontramos ante una obra maestra, con el impagable numeríto de las palmas, cada uno por su "lao".
Arrítmicos de todas las partes de mundo unidos, qué bárbaro, qué oreja la de algunos
 -toro, plas, plas, plas, toro- que eso se arreglaba metiendo docena y media de primicos jerezanos del Capullo repartidos entre el público, maqueados para la ocasión austriaca, con la seguridad de que de la Marcha resultaría por bulerías de diabólico compás y el resto del aforo que agiten las joyas, tal que diría John Lennon.

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