jueves, 29 de agosto de 2013

Hablan de ti

Ya saben porque ha sido trillado aquí que he pasado el verano veraneando en Dalí y, por mucho que su "Torero alucinógeno" que ilustra la presente entrada ya esté manido en el blog por las varias veces que en este espacio ha sido reproducido -1968-1970, oleo sobre lienzo- no encuentro la foto de otro retrato anterior realizado por el genio de Figueras al Monstruo de Córdoba.
Existir, existe, yo lo he llegado a ver y supe de su existencia hace ya muchos años gracias a Chiqui Abril, mi descubridor de cosas en la mocedad, siendo Rosa Jiménez Cano una noche después de una cena en casa de sus padres, verano del año 2005, la que enredando con sus aplastantes conocimientos en todo lo relacionado con Internet, dio con el cuadrito de mínimas dimensiones, poco más que un folio, titulado The Face, pintado según creo recordar en la década de los años cuarenta y perteneciente a la colección particular de un coleccionista norteamericano, y hablo de memoria, luego puedo estar equivocada,
O sea, Dalí pintó dos veces a Manolete
Choca, ¿no? 
O no tanto, porque lo que resulta de una lógica aplastante es que a Salvador Dalí no le llamara la atención el bellísimo rostro cincelado a escoplo del torero más literario de todos los toreros, y el águila surralista ampurdanés pasara por alto el acontecimiento nacional que supuso la presencia de Manuel Rodríguez en los ruedos.
Historia pura y dura: el 30 de agosto de 1984, justo antes del amanecer, Gala/Gale según gloriosa acuñación también de André Breton ya muerta, Dalí, con una depresión de caballo por la desaparición de su musa, postrado y con mala salud a sus ochenta años debido al uso y abuso de una pera que tenía en la cabecera de su cama para avisar a la enfermera de turno, Carme Fábregas en este caso, produjo un cortocircuito debido al mal estado de los cables eléctricos de la instalación del palacio de Púbol, dónde su entorno lo tenía secuestrado hasta el culo de ansiolíticos según todas las sospechas, produciéndose un incendio de considerable importancia, ardiendo el colchón por completo y resultando el anciano pintor seriamente dañado.
Así, hoy 29 de agosto de 2013, lagarto, lagarto, y Dalí era el más supersticioso del mundo, 66 años después de la muerte de Manolete, traemos a la palestra una entrevista realizada por el inolvidable Santiago Amón el 29 de abril de 1985, que se copia y pega tal cual el pasaje que nos interesa y así dice:
"En sus manos no queda la menor huella de las quemaduras ni de la operación subsiguiente. Adoptando un aire grave, casi compugido, me dice: "Las huellas, y también los dolores, van por dentro".
-¿Tiene usted fe en los médicos?
La fe hay que destinarla a cosas trascendentales. Me hubiera gustado, eso sí, tener por médico a Manolete. Encarnaba ese hombre insigne la elegante seriedad, la parquedad, el estoicismo y el temple de un genuino personaje a la española.
-¿Un torero convertido en médico?
Manolete, que en vida me honró con su amistad, era más, mucho más que un torero: un gran protagonista. Y yo aseguro que un gran protagonista sólo puede ser tratado, en cualquiera de todos sus alcances, por otro gran protagonista".

 Gloria a ti, Manuel Rodríguez, siempre en nuestra memoria por los siglos de los siglos.

martes, 27 de agosto de 2013

viernes, 23 de agosto de 2013

Guarreo

¿Qué es esto?
Pues esto es un toro de lidia, granjero último modelo, que se correrá esta tarde en la plaza de Bilbao para más señas, de nombre Codicioso y perteneciente a la afamada ganadería de Fuente Ymbro.
Salga como salga el toro, que me alegraría que embistiera porque una a pesar de los pesares carece de prejuicios, eso que ven ustedes en la fotografía es una auténtica aberración a la manera de ver de la que aquí firma.

lunes, 5 de agosto de 2013

Patato


Si alguien me da buen rollo en esta vida, ese es Patato Valdés, un monstruo en estado puro, el gran percusionista caribeño para mi gusto, conguero histórico y un personaje, por lo demás, irrepetible.
Pillen coté en esta singular lección de congas, su alegría y su humildad, un sabio, sin darse importancia ninguna como suele pasar con todos los grandes.