martes, 29 de julio de 2008

Entrada de urgencia

Tenía yo ganas de que algún pardillo entrara al trapo de mi postura inicial acerca del Manifiesto mantenida desde las páginas de La Gaceta de Salamanca volcada una de entrada, para de un volantazo rapidísimo ponerme radicalmente en contra de aquel enjuague descarado que únicamente vino a colmar el ego momentáneo de algunos pintureros de fama.
Y ya tengo el toro en suerte para lucimiento propio gracias a un tal Cota, vicepresidente de toreoenredhondo, y yo no digo que el tal Cota sea un pardillo, puesto que yo no conozco al tal Cota. Efectiviwonder, mi cuerpo serrano cambió de opinión respecto a esta locura tropical y manifestante de un día para otro y como apunta el tal Cota en el comentario que publica en la página de su peña, "en fin, sus motivos tendrá", puedo asegurarles que tengo motivos de sobra, que me sobran los motivos sabineros, serios, serios motivos, motivos de peso. Y que andaba loca yo por exponerlos hincándole el diente al tema en cuanto surgiera un espontáneo está más claro que el agua, y llega ahora la oportunidad de oro que me brinda este descolocado señor
-
¿qué se creerá este señor, que yo soy una veleta?-
que muy atolondradamente me ha puesto el tema a huevo y que en cuanto pueda intentaré por derecho rematar. Lástima que hoy sea martes y me toque escribir de pago más que el Tostao, aunque será relatada aquí la peripecia próximamente del por qué un periódico del prestigio del charro cambia de repente su línea informativa respecto al movimiento de una serie de aficionados, ¿íntegros?, que quisieron meter cuchara en el toreo lanzando a los cuatro vientos una proclama que a día de hoy sólo sirve de risa.

(Pepecarlos: vetador)

lunes, 21 de julio de 2008

El toro atravesado

La Fiesta vive de tópicos. No conozco una actividad humana en la que el tópico se haga ley con tanta facilidad, cuajando verdaderas herejías en el ideario de profesionales y aficionados con verdadera fortuna.
Vienen diciendo los voceros que la novillería puntera de otra cosa carecerá, pero que los muchachos tienen el oficio muy bien aprendido. ¿Qué oficio? Como no sea el de destorear, el de ser todos iguales sin el mínimo síntoma de personalidad, el de bregar en contra del toro por sistema, el de hacer las cosas completamente al revés de como se deben hacer pulverizando los sacrosantos cánones de la lidia, y de ronear al mismo tiempo de torero flamenquito ignorantes del mínimo rudimento técnico propio del oficio bien asimilado. Como primera medida la colocación a exigirles, la distancia exacta frente al toro, la debida expresión corporal, el dominio de terrenos, el manejo de los trastos con soltura, la postura correcta en el ruedo y la torería, parece ser que tan elementales cualidades han pasado de momento a mejor vida.
Más preocupados los discípulos en copiar los vicios de sus mayores como si de reglas se tratara, todo lo demás los novilleros actuales que en breve serán matadores de toros no dan muestras siquiera ni de medio haberlo intuido ni de estar dispuestos a llevarlo a la práctica si acaso tuvieran nociones al respecto.
En descargo de los muchachos, que la mayoría llegan para irse con las ilusiones rotas pues no aguantarán la criba de la alternativa, en descargo, decía, deberíamos considerar la falta de referencias, en vivo, el video deforma, con las que se encuentran a la hora de aprender de aquellos maestros que le precedieron. Estamos ya ante una generación de aspirantes que no han visto torear como es debido, teniendo como modelos en los que fijarse a verdaderos pegapases que se pasean por esas ferias desde hace lustros aburriendo a las mismísimas ovejas a base de trapazos y de puñaladas traperas en el costado de los toros.
De oficio bien aprendido los novilleros de hoy día, nada,
pegados desde cómo coger el capote
-¿se ha acercado algún pipiolo a Rafael de Paula para que Rafaé le aconseje?-
hasta la forma con la que montar la espada a la hora de matar para irse detrás del pincho en ortodoxo volapié. Todo lo intermedio, todo, es una verdadera patada a la ciencia exacta de torear que fue evolucionada gracias sean dadas a todos los grandes toreros que nos precedieron en el tiempo.
El toro atravesado por infame bajonazo es la consecuencia ya impuesta y consentida de la actual suerte suprema. Sólo hay que recordar la novillada nocturna del pasado domingo en Madrid para advertir un desconocimiento total de cómo se debe practicar la misma, limpiamente, evitando unos resultados propios de carnicería, a la vista de un público lelo que en cuanto ve que el acero se hunde, va y flipa.
Porque yo concretamente como hasta estos tiempos no había visto tanta sangre en una plaza de toros, manantiales, entendiendo siempre que para descongestionar al animal en plena refriega del combate y que no le dé un jamacuco definitivo, es imprescindible descargarle la tensión arterial en su medida y modo.
Es técnicamente imposible matar un toro a espadas con el brazo estirado como si fuera un remo, como hubiera sido imposible que Glenn Ford le sacudiera a Ritagilda la mascá más famosa de la historia si no llega a flexionar el codo lanzando la mano al bello rostro de la actriz madrileña, de calle Colegiata, como si el galán tuviera en el brazo un muelle perfectamente engrasado. Asi, para matar un toro, no cazarlo, que no se está hablando del arte cinegético, es imprescindible tener el codo en ángulo y el puño prieto el pomo fijo en la barbilla, aunque mucho más puro y clásico, existen versiones, sería apoyarlo en el pecho a la altura del corazón gitano, ni cola, ni bari.
Al mismo tiempo, como sabemos todos menos los jóvenes toreros según demuestran, estar dispuesto a citar con la mano izquierda, abajo, y arrancar hacia el morrillo del toro derecho el hombre como una vela.
Brazo estirado y rígido, muleta a media altura en zurdas inmóviles y encuentros saliéndose de la suerte con descaro, igual a bajonazos asesinos. Igual a toros atravesados por norma con verdaderas puñaladas en los blandos, igual al crimen de degollar a los toros prolongando su agonía con vómitos escandalosos, orgía de sangre, igual a imágenes que cada día me resulta más desagradable y repugnante tener que contemplar desde el tendido.

jueves, 17 de julio de 2008

José Utrera Molina

Según sentencia, los ganaderos González Sánchez-Dalp y María José Barral han sido condenados por afeitar sus toros a instancias de la Delegación Territorial de Huesca. Los hechos ocurrieron en la plaza aragonesa durante su feria de 2006, días 9 y 10 de agosto, y los matadores de los dos animalitos fueron Fran Rivera Ordóñez y El Juli, torero este último que no se libra de que su nombre aparezca en todo cartel que tenga que ver con la integridad de los toros a lidiar.
A las autoridades de Huesca que han sentado un precedente digno de elogio le deberá la afición, y la Fiesta en general si acaso prosperara la medida, el que por fin se persiga y se castigue la aberración que supone el que a los toros de casta se les corten los pitones. La autoridad, que lo mismo lo que quiere es acabar con ella, responsable última de la situación comatosa en que se encuentra el toreo, es cómplice de la estafa poniéndose de parte de la 'mordida' taurina en perjuicio del público que debiera defender, y que es del que comen tantos unos como otros precisamente.
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Así que se aprovecha tan feliz acontecimiento y no estaría mal recordar ahora aquel suceso ocurrido durante la feria de Sevilla de 1969 con José Utrera Molina como protagonista, gobernador civil de la ciudad por entonces, cuando ni corto ni perezoso, y en su condición de extraordinario aficionado, de un plumazo mañanero ordenó suspender el festejo que se iba a celebrar aquella tarde del 19 de abril, al considerar que el trapío de la corrida no era idóneo para una plaza de la categoría de la Maestranza. Aquello fue un escándalo nacional, fomentado por Alfonso Navalón desde 'Informaciones' como es obligación de todo gran cronista.
A pie hubieran hecho el paseíllo pero se tuvieron que quedar en el hotel debido a la orden gubernamental, Victoriano Valencia, Curro Romero y Palomo Linares, y los toros eran de Benítez Cubero.
Ganadería predilecta del Faraón y con la que tantas faenas se le recuerdan, como aquella realizada en Madrid el 22 de mayo de 1973 al toro Marismeño, que tuve la suerte de ver. Faena cumbre que me reveló el toreo siendo una moza y causa principal de mi currismo impenitente.
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En cuanto a José Utrera Molina, que llegó a ser más tarde Ministro de la Vivienda y Secretario General del Movimiento, malagueño de cuna pero un personaje imprescindible en la sociedad madrileña de aquella época y fijo en todos los festejos venteños desde su abono del tendido bajo del "2" hasta hace poco, me gustaría decir que es uno de los mejores aficionados con el que servidora ha tenido el gusto de hablar de toros. Como curiosidad les hago saber que es miembro de la que yo considero la tertulia taurina más castiza del mundo, reunión de altos vuelos, el sanedrín, pues se viene celebrando en horario comercial desde hace la tira en la trastienda de una farmacia del barrio de Los Jerónimos con el boticario como anfitrión.

miércoles, 16 de julio de 2008

María 'Carmen' Callas



Aquí la tienen, flamenca 'alante' y eso que lo que la rodea es pólvora instrumental elegida seguramente sin intención de achicarla.
Grande ella desde que se ahueca su vestido negro, palabra de honor, y mira al suelo. La cabeza alta, pícara, segura y volada, hasta notársele en la piel el modo en que le entra la música en el cuerpo lo mismo que un chutazo de droga que viniera a aliviar un alma dependiente de las notas fusas.
Le hace gracia su propio silencio impuesto por la partitura y sonríe, descarada, desafiante, brava, y escupe.
¿Qué mujer aguanta ese peinado con un cardado semejante?
En jarras, popular, cercana, pareciera una folclórica de tan poca importancia como se da siendo ella la música pura hecha cuerpo y alma.
¿A quién dirije su canto bello?
La mano caracolea al aire quieto, el dedo acusa, y parece sorprendida de su propio domino escénico dando a entender ingenua, sumisa y altanera, que su talento no le pertenece. Humilde más que ninguna, se la nota avergonzada de ser tan grande y el cierre de la pieza es un puñetazo de voz con grito agudo como un hachazo pegado sin piedad en el cogote de la audiencia, pedrada con afinación suprema, cantazo certero que hace brecha.
Luego mira al público como si se acabara de dar cuenta de que está siendo observada y eleva su mirada a la andanada y hasta los brillantes de su garganta prodigiosa hacen chiribitas. Le entra la risa extrañada como si no hubiera salido de ella tan magnífica obra interna, ajena a la conmoción producida, ignorante de ser la elegida sabe Dios por qué fuerza del destino para darnos la pauta sencilla de las grandes divas.
María Callas, la Carmen de todas las cármenes hoy aquí día 16 de julio, bordando la habanera clásica, inmortal, la más moderna de todas las mujeres, la trasgresora, la heterodoxa, la sedienta de champán, la niña gorda que se convirtió en sílfide para llevarle la contraria a su madre porque la llamaba fea. María Callas, que murió en su casa de París en la más completa soledad una mañana de septiembre tras una punzada aguda y única en su costado izquierdo que vino a avisarla de que el fin había llegado muy poco antes de cumplir los cincuenta y dos años de edad. Roto el corazón, víctima de la cornada mortal que le produjo un sapo de nombre Aristóteles Onassis cuando la abandonó dejándola humillada frente al mundo para casarse con el inútil esqueleto viudo de un presidente americano asesinado a tiros.

domingo, 13 de julio de 2008

Reconocimiento

Ante la rotunda actuación de hoy 13 de julio de 2008 en la plaza de Pamplona y frente a una durísima corrida de Miura
-que ha vuelto por sus fueros el ganado de Zahariche y eso es de agradecer-
felicito a la terna que frente a ella se ha jugado la vida.
Enhorabuena y mi más sincero reconocimiento con admiración eterna para José Pedro Prados, "Fundi", Juan José Padilla y Rafael Rubio, "Rafaelillo",
toreros, toreros, toreros...

jueves, 10 de julio de 2008

Viaje a Burgos

Huyendo de los calores madrileños aterricé en la feria de Burgos, y regresé de nuevo a la capital de estos reinos algo más que flipada. Antes que nada, y hablando de toros, debo recordarles que la que firma no es partidaria del mastodonte que sale ahora por los chiqueros, en las plazas donde sale el toro, sencillamente porque esas no son las hechuras originarias del ganado de casta.

Será por deformación profesional pero yo veo un toro y veo un hombre, o a la inversa, y he aquí el físico que a mí me va si nos referimos a ambas especies de animales irracionales: no me van los tíos altos y grandes, por destartalados. A mí un Gasol me espantaría y, aunque sí me gustan musculados en su justo punto, abomino del cachas. Recién duchados a ser posible aunque tampoco le hago ascos a un sudado con higiene, y siempre sin cualquier tipo de acicalamiento que le venga a restar la dureza propia al varón, exigiendo, eso sí, que el partenaire se encuentre en plena integridad física y química, luego jamás manipulado artificialmente. Me da lo mismo que un toro pese doscientos kilos de más o de menos, que sea de un hierro o de otro y eso que una tiene sus preferencias, los prefiero de cualquier capa antes que negros, sin ser racista, y la dos cualidades que más aprecio al valorarlos son el que estén en puntas y que se muevan rápidos y echando chispas.

Añorados toros de pata de cabra... Qué pezuñones de toros los vistos en la plaza de Burgos, peanas redondas del tamaño de platos soperos, ¿por dónde han caminado esos toros? Feos para rabiar, mal criados (pelo miseria) y con badanas tipo edredón noruego y escaso rabo, salían de chiqueros uno tras otro afeitados hasta la cepa, y no me da la real gana de colocar lo de supuestamente porque de supuestamente nada, a-fei-ta-dos,
y si se trata de entrullarme por atreverse una a escribirlo con todas las letras, que se me entrulle. Los cuatro toros lidiados de Garciagrande -¿?- escogidos para la mixta con el Manzanas hijo y Cayetano como estrellas, salieron mochos. Uno de ellos, y ser testigo de su lidia y muerte produjo nauseas, manaba sangre por el pitón izquierdo goteando sin parar y se le veía una cuarta del tuétano del asta pelada, todo, ante la pasividad de la autoridad que consiente semejante tortura pública perpetrada contra animales inocentes.

A todo esto la afición burgalesa que acudió en masa se apretaba unas meriendas pantagruélicas sin reaccionar ante semejante escándalo y parecía no enterarse abobada por el ruido de las payas charangas que pueblan los tendidos de sol del Plantío a imitación de las de Pamplona, pero sin arte ni gracia ninguna.
Resumiendo: autoridad que permite un atraco semejante más público que no reacciona ante la circunstancia de guindársele la cartera limpiamente, igual a taurinos y sus derivados campando a sus anchas, reos que se están puliendo en nuestra propia jeta un tesoro cultural que nos pertenece a todos, desde la más absoluta impunidad.

Pero esto no es todo, en la borrega corrida de Albarreal conseguimos que se devolviera el sexto tras bronca a un presidente inepto que se resistía empecinado a sacar el pañuelo verde, pistacho, por cierto, un novillote impresentable que no podía con su alma.
Sorpresa agradabilísima, pues pudimos apreciar una parada de bueyes extraordinaria, muy bien cuidada y dirigida con tino por un eficaz corralero. Pero aquí va lo bueno, uno de los mansos, un berrendo al que por sus venas debía correrle algún goterón, se encaró con la piltrafa brava que, muy intrépida, de entrada le plantó cara para que en cuanto comprobó que el buey iba en serio y que le podía currar sin compasión, rehusar la pelea y salir de najas acobardada con el rabo entre las piernas.

Lo visto en Burgos es alarmante y debe saberse. Mientras, llegan noticias de que al mismo tiempo en otra corrida, en este caso propiedad del inefable Juan Pedrito Domecq, saltó al ruedo de la plaza de Ciudad Real algún ejemplar sin pitones descendiente de la que fuera la vacada creada por un ganadero extraordinario como fue el padre del señor conde consorte del Asalto, ejemplar que se echó tan pancho con la misma parsimonia que una vaca lechera con un cencerro al cuello se echa en el green abundante de un prado cántabro antes de ser ordeñada.

(Artículo publicado en La Gaceta de Salamanca el pasado miércoles, 9 de julio de 2008, firmado por Carmen Esteban).

miércoles, 9 de julio de 2008

Y ahora, Cuadri

El indefenso animalito de la fotografía, de Cuadri, fue torturado públicamente en la plaza de Guadalajara el pasado 5 de julio, sin que se tengan noticias que digan que algún testigo de los allí presentes alzara la voz en defensa del rey del encinar.
Componían el cartel Luis Francisco Esplá, Sánchez Vara y Luis Bolívar.

(foto: Rosa Jiménez Cano)

martes, 8 de julio de 2008

Nuevo escándalo

Junto con sus hermanos de camada que aparecen en otras fotografías del reportaje en las mismas condiciones físicas, o peores, el mutilado ejemplar de la imagen se lidió como ¿toro? el pasado día 5 de julio en la plaza de Ciudad Real. La corrida era propiedad de Juan Pedrito Domecq y la mataron El Cid, El Fandi y Miguel Ángel Perera, sin que haya transcendido el nombre del representante de la autoridad que permitió la nueva estafa, verdadero responsables del delito el señor presidente del festejo.
Nadie ha oído ni leído que el público manchego se amotinara, o al menos protestara hecho una piña formándola gorda, ante la circunstancia de que se le randara la cartera tan limpiamente.
Luego los taurinos pueden campar a sus anchas y seguir haciendo de la suyas, pues las víctimas están conforme con que se les robe el dinero con tamaña impunidad.

(El material gráfico lo sirve La Asociación Taurina el 7 de Ciudad Real)

lunes, 7 de julio de 2008

Recomendación

Se recomienda a los lectores ávidos de emociones blogueras que si desean asistir a una batalla que debería traer cola y que acaba de plantear un ente desconocido, amparado en el anonimato, faltaría más, contra dos personas que circulan por la red a cara descubierta, no dejen de pasar por http://www.kalikatres-claridad-kalikatres.blogspot.com/

viernes, 4 de julio de 2008

Un toro mocho de Victorino

Con esto del Internet las pifias de los taurinos, y de los no taurinos, están servidas al minuto con fotos al gusto del consumidor incluidas. Vergonzosas resultan las imágenes que circulan por la red, procedentes de la cámara de un aficionado, de un ¿toro? de Victorino Martín lidiado en la plaza de Algeciras el pasado 26 de junio. Y se cuestiona con interrogación lo de toro porque tanto las hechuras del animalito como la cara de chico joven y enrollao que muestra, no tienen la pinta de pertenecer a un cuatreño sino a un novillote moito acicalado para el festival invernizo de Buenamadre, sin ir más lejos, y se aprovecha la ocasión para mandar un abrazo a Gildo, de 'La Posada'.
Claro, si viviéramos en los tenebrosos años cuarenta del pasado siglo y se contara con la prensa prehistórica de aquellos tiempos, este asunto no hubiera trascendido más allá de los límites de los predios gibraltareños, ni por supuesto la estafa estaría al alcance del conocimiento de la afición desde su escritorio, a disposición familiar con sólo darle a un par de teclas como único ejercicio para conseguir tener el documento ante las narices.

Se afeita más que nunca, y se sabe, y para que este espectáculo, cruento, tenga sentido y se sostenga es imprescindible que el toro, chico o grande, cuajado, con su edad y su trapío, salga a la arena sin ninguna manipulación externa ni mucho menos interna. Pues todo lo que sea, no ya la humillación de serrarles las defensas al enemigo, sino aplicarle sustancias químicas para atontarle, habrá que tenerlo en cuenta muy en serio, pues estas carnes pasan al consumo.
Bua, si a los anti les diera por tirar de la manta en este sentido, nos meterían mano de una vez y entonces sí que habrían dado con la justa razón para conseguir pulverizar el toreo con todas las de la ley. Hipótesis, ¿qué ocurriría con la Fiesta si se descubriera en titulares que en algunas de las vísceras de los toros pudieran existir restos de drogas nocivas para la salud del hombre?
Y hablo desde la más absoluta ignorancia de la ciencia de la farmacopea
-no tomo medicinas- pero es que me pongo a pensarlo y se me ponen los pelos de punta, zanahoria la cabeza total, y esa Alaska Pegamoide dando el cante en bolas retocadas. Adiós Madrid, que diría el señor Tato, pienso en la colza y me echo a temblar, un botiquín de alto riesgo en manos del personal campero... ¿o esas sustancias, de aplicarse como se piensa, son administradas por la autoridad sanitaria?

Pero, ¿qué pinta Victorino Martín metido a barbero? Hombre, todo aficionado sabe que ni el ganadero de los galapagares ni el que inventó el toreo, va a mandar una corrida con la misma presentación a Algeciras o a Segovia, que a Las Ventas de Madrid por San Isidro, que esto del ganado es como todo, que se dan ejemplares en las camadas de primera categoría, de segunda, de tercera y hasta de cuarta, como en cualquier familia de marqueses con reconocido prestigio y abolengo.
Pero Victorino ya no es aquel cateto con la gorra llena de paja que llegaba al Wellington con el sobaco abrasado, que ahora es un anciano famoso de aroma cara, con dos generaciones detrás pidiendo chicha. Pelas, nivel de vida, y aquí no se deshecha vaca alguna porque ya viajamos supersónicos en avión y no en un rengue de madera infectado de pulgas. El todo vale, y estamos hablando de uno de los personajes más escrupulosos del campo, aunque al mismo tiempo un tunante de la vieja guardia, tratante nato, y el mejor ganadero de la historia para la que aquí firma. Inteligentísimo tipo, ahora bien, un granuja muy grande que mientras muchos van, él viene.

Yo admiro a Victorino Martín profundamente y lo que más me mola de él es su venenosa lengua, que el día que se la muerda palmará envenenado en su propio jugo. Cuidado tener la poca vergüenza de declarar que lo que hace José Tomás no es torear, días antes de la reaparición del sobrinico en la Monumental para luego er tito echar en Algeciras semejante saldo ganadero: ¿o es que el choto de Algeciras era un toro? Sin salir a la palestra Victorino, frente a un micro, para explicarnos una versión que circula -procedente de Salamanca precisamente- en la cual se asegura que la corrida no partió roma de la finca. Lo suyo sería que el viejo siguiera metiéndose en camisas de once varas tomatóxicas, los deslenguados siempre le venimos muy bien al bisnez, pero con la misma soltura y desahogo debería dar el morro y salir al paso para, si acaso es verdad que de la finca los toros partieron en puntas, informar qué es lo que ocurrió por el camino.
Voy a llamarle al celular, ya les contaré el puntito.

(Artículo aparecido en La Gaceta de Salamanca, firmado por Carmen Esteban)